EL TRABAJO INTELECTUAL “EN EQUIPO” Y LA ELABORACIÓN DE UN TEXTO DE CONSENSO. (Primera parte)
EL
TRABAJO INTELECTUAL “EN EQUIPO” Y LA ELABORACIÓN DE UN TEXTO DE
CONSENSO. (Primera parte)
Elaborar
un texto entre varias personas supone realizar un trabajo intelectual
grupal, que sin duda puede ser creativo. Los motivos para querer o
deber hacerlo son, principalmente los siguientes: a) ser una
exigencia académica solicitada como parte de un proceso formativo o
evaluativo; b) que se necesite exponer las conclusiones de una
reunión, seminario o evento de análisis y propuesta respecto a
cierto tema o asunto debatido; y c) que se desee disponer de una
guía, manifiesto, formulación de principios o declaración pública
por parte de una organización, movimiento o comunidad.
Concuerdo
en que investigar y estudiar en grupo tiene mucho valor de
aprendizaje, pues unos con otros los participantes del grupo se
enriquecen mediante los aportes que cada uno realiza. Hay que
reconocer, también, que el trabajo intelectual “en equipo”
presenta problemas, especialmente cuando uno o algunos integrantes
del grupo aportan creativamente mientras otros participan poco o
nada. Deben considerarse, además, las diferencias de ideas y
criterios, que dificultan muchas veces avanzar, por darse reiteradas
discusiones y vueltas atrás.
Lo
más delicado se presenta a la hora de elaborar el texto que resulta
del trabajo intelectual del conjunto.
Una
práctica muy común consiste en encargar a una persona que proponga
un texto, el cual es leído en el grupo para ser aceptado, modificado
y/o integrado con aportaciones de otros participantes. El resultado
suele ser deficiente e insatisfactorio. Ello porque acontece que, o
el texto resultante es muy genérico y pobre por haberse buscado el
consenso eliminando las afirmaciones que cualquier miembro del grupo
no comparta; o al revés, el texto queda desunido e internamente
incoherente porque se agregan todas las afirmaciones que los
asistentes individualmente propongan.
Otra
costumbre es que una persona elabore un borrador que se somete a
votación, por entero o por párrafos, dando como resultado un texto
que es solamente representativo de lo que “siente” una mayoría
que adhiere con mayor o menor convicción a la autoridad del que lo
propone. Un testimonio de esta práctica la encuentro hoy
(10/05/2019) en el diario La Segunda: El neurocientífico canadiense
Philip Low (39) hablando de la Declaración de Cambridge Sobre la Conciencia, responde la pregunta: “Periodista: Tú firmaste la
declaración y ... Respuesta: “No, no, yo la escribí. La gente no
se da cuenta de eso. Yo la escribí y organicé la Conferencia en la
cual se firmó. Le dije a mis colegas: escuchen, si no firman este
documento, está bien; pero deberán explicarle al mundo por qué no
lo hicieron. Como científicos tenemos un deber cívico ...”. Ese
no es verdadero trabajo en grupo, y así se componen muchas
declaraciones grandilocuentes. Tales prácticas (nada científicas aunque las realicen los científicos) no me interesan y
nunca pongo mi nombre en documentos así elaborados.
Me
ha correspondido participar en diferentes “trabajos en grupo”;
pero hay dos especiales, en los que aprendí mucho, y que considero
importante referir.
Uno fue en los años 1985 y 1986. De dicho
trabajo surgió un libro que ha tenido importante difusión e
impacto: Desarrollo a Escala Humana, que fue publicado
como “versión de Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde y Martín
Hopenhayn”.
En
el Prefacio del libro se explica exactamente de qué modo fue
elaborado, por lo que me ahorro describir el trabajo en grupo en que
participé. Cito: “Este documento cristaliza un trabajo
esencialmente transdisciplinario realizado por un equipo de
investigadores de distintos paises de América Latina. El trabajo fue
preparado a 1o largo de un año y medio con la colaboración de
profesionales provenientes de Chile, Uruguay, Bolivia, Colombia,
Mexico, Brasil, Canada y Suecia, dedicados a disciplinas tales como
economía, sociología, psiquiatría, filosofía, ciencia políticas,
geografía, antropología, periodismo, ingeniería y derecho. Los
participantes constituyeron un grupo estable de reflexión e
investigación colectiva que se reunió, en el curso de los dieciocho
meses de trabajo, en tres seminarios-talleres, manteniendo un
contacto intelectual estrecho y permanente desde el comienzo hasta
el término del proyecto. Además del grupo estable, cuya continuidad
permitió profundizar la reflexión colectiva en torno de
problemáticas específicas del desarrollo, hubo invitados especiales
en cada una de las reuniones. Los principales insumos para este
trabajo lo constituyen 1os relatorios de cada uno de 1os
Seminarios-Talleres, y distintos documentos producidos por 1os
participantes. La redacción final estuvo a cargo del equipo del
CEPAUR, y apunta más a integrar de manera coherente la diversidad
de los aportes, que a reflejar la opinión particular de cada uno de los participantes.”
Al
final del libro, en Anexos, se consignan los nombres de los
que formamos el Equipo del Proyecto. Cito el párrafo que nombra a
los “Participantes permanentes en 1os seminarios-talleres: Jorge
Dandler, Bolivia; Rocio Grediaga, Mexico; Sven Hamrell, Suecia;
Claudio Herrera, Chile; Jesus Martinez, Colombia; Luis Razeto,
Chile.”
Fue
para mí una gran experiencia de trabajo intelectual creativo en
grupo, en el que aprendí mucho y en el que aporté todo lo que
pude. Pero quiero explicar algo, a propósito de lo que planteé
antes sobre la autoría de un texto surgido en este tipo de
investigación intelectual en equipo.
La
razón de que el libro fuera finalmente publicado como “versión
de” Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn, acompañado de las
explicaciones del Prefacio y con la complementación del Anexo, fue
que, cuando Max-Neef y los organizadores de los Seminarios-Talleres
plantearon (generosamente) que el libro lo firmáramos todos los
participantes, manifesté mi desacuerdo, precisamente porque el texto
era una “versión” particular de los autores y no incluía otros
enfoques que discutimos. En particular, yo no estaba de acuerdo con
la concepción de las necesidades humanas (una parte sustantiva del
libro) que era un aporte central de Max-Neef.
Expuse,
después, en mi libro Teoría Económica Comprensiva,
págs. 419 a 421, mis desacuerdos con dicha concepción de las
necesidades. Y aunque el libro El Desarrollo a Escala Humana
recoge muy bien mis aportes sobre las organizaciones económicas
populares y la economía popular y solidaria, no lamento no ser
considerado autor del mismo, y pienso que la solución que se
encontró para indicar la autoría y la participación de los otros
participantes, fue la forma correcta, que corresponde a la verdad.
El
segundo trabajo en equipo al que me quiero referir y del que extraigo
otros aprendizajes importantes, fue la investigación que realizamos
en el Programa de Economía del Trabajo, un equipo de investigación
que dirigí durante varios años, y que dio lugar a las tres ediciones
“actualizadas” del libro Las Organizaciones Económicas
Populares. Lo relataré en la Segunda Parte.
Luis
Razeto
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