POR QUÉ EMPECÉ A COMPONER LÁMINAS CONCEPTUALES Y LO QUE ESTOY DESCUBRIENDO CON ELLAS.
Estoy
convencido de que el conocimiento serio, útil y placentero exige
estudio sistemático y concentrado, que sólo se consigue con una
dedicación continuada durante tiempos prolongados. No obstante ello,
he
compuesto numerosas
‘láminas conceptuales’ en las que caben apenas 120 palabras.
Comencé
a escribirlas al comprobar
que la inmensa mayoría de las personas no sobrepasan esa capacidad
de lectura, en medio de sus múltiples actividades, distracciones y
‘mensajes’ que reciben cotidianamente. Pensé
que de
algo servirían
las ideas expuestas
en ese formato.
Pues
bien, el esfuerzo de síntesis que me exige elaborar esas láminas
constituye un gran desafío, y me está resultando muy interesante.
Se trata de crear y componer pequeñas obras intelectuales que
contengan contenidos de alto valor y de fácil comprensión. Pues,
para cumplir el objetivo, cada lámina debe resultar clara, distinta
y completa, constituyendo una unidad, y comunicar algo relevante y no
superficial.
El trabajo consiste en exponer en cada lámina un concepto. Un concepto, que no es lo mismo que una definición. Las definiciones son estáticas, y se refieren a los términos, a las palabras. Un concepto tiene sentido por la realidad que comprende y muestra, y su elaboración requiere el que Hegel entendía como “el duro trabajo del concepto”, que implica captar relaciones, interacciones, movimientos y procesos. De hecho, componer una lámina me ocupa bastante tiempo. (Me pregunto cuánto necesitarían los lectores de ellas para descubrir todo lo que cada una contiene).
El trabajo consiste en exponer en cada lámina un concepto. Un concepto, que no es lo mismo que una definición. Las definiciones son estáticas, y se refieren a los términos, a las palabras. Un concepto tiene sentido por la realidad que comprende y muestra, y su elaboración requiere el que Hegel entendía como “el duro trabajo del concepto”, que implica captar relaciones, interacciones, movimientos y procesos. De hecho, componer una lámina me ocupa bastante tiempo. (Me pregunto cuánto necesitarían los lectores de ellas para descubrir todo lo que cada una contiene).
Soy
autor de libros y profesor de cursos. Los libros y los cursos son
formatos adecuados para exponer el conocimiento comprensivo y el
pensamiento complejo. En los libros y cursos es posible argumentar
las afirmaciones, fundamentarlas en la experiencia, conectar unas
ideas con otras, desplegar y demostrar la coherencia entre los
distintos conceptos, comunicar aprendizajes y saberes cuyo
entendimiento implica dedicación al estudio, concentración,
atención continuada.
En
la actualidad, muy pocos leen libros, especialmente si son
voluminosos, y pocos también destinan los tiempos necesarios para
realizar cursos libres que implican una dedicación sostenida.
Pues
bien, la elaboración y composición de las Láminas conceptuales,
cada una de las cuales debe constituir una obra completa en sí
misma, me está permitiendo un descubrimiento de sumo interés. Las
Láminas, dispuestas como imágenes de un álbum en que se las puede
ordenar, desordenar y darles sucesivamente diversos reordenamientos,
me están permitiendo descubrir la existencia de nuevas conexiones
entre conceptos e ideas correspondientes a diferentes temas,
problemas y niveles del conocimiento.
Combinar
y recombinar estas láminas es como un juego creativo, que incita el
pensamiento llevándolo a nuevas ampliaciones y profundidades, porque
las nuevas conexiones entre esas ideas, conceptos y conocimientos, no
aparecen solas sino que requieren ser descubiertas y creadas
activamente, trabajo del que surgen nuevas articulaciones e
integraciones, que ponen en evidencia la complejidad y comprensividad
del saber.
Para
permitir y facilitar este “juego creativo”, abrí el blog LÁMINAS
CONCEPTUALES de Luis Razeto, al que puedes acceder aquí: www.laminasconceptuales.blogspot.com. Allí iré dejando mis láminas, para el que quiera
ayudarse con ellas para pensar.
Sin
duda el trabajo intelectual es fascinante. Los antiguos filósofos
hablaban de la líbido sciendi, el placer (eros) del
conocimiento. (Lo dejo hasta aquí porque ya me estoy pasando de dos
páginas y eso ya es pecado. La vida moderna es muy terrible: no nos
deja tiempo para el goce y el ocio creativo.)
Luis
Razeto
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