INFORMACIÓN, INTELECCIÓN Y COMPRENSIÓN
Conviene
establecer con claridad la diferencia entre informarse, entender y
comprender, que corresponden a niveles muy distintos en cuanto a la
amplitud y la profundidad del conocimiento de la realidad.
La
información es la captación, acumulación y procesamiento
de datos sobre aspectos particulares de la realidad. Informaciones
son, por ejemplo, el registro de las pulsaciones por minuto del
corazón; las opiniones registradas en encuestas de opinión pública;
los datos sobre las variaciones de precios en los mercados. Caminando
por las calles recabamos cotidianamente abundante información sobre
objetos, personas, actividades y relaciones que ocurren ante
nosotros.
Las
informaciones son consideradas objetivas y objetivables,
en el sentido de que son captadas por los sentidos de la vista, el
oído, etc., en procesos básicamente biológicos y orgánicos, antes
de que intervenga la subjetividad de la conciencia. En épocas
recientes se han inventado numerosos y sofisticados instrumentos de
captación y registro de datos que funcionan independientemente del
sujeto cognoscente, en procesos puramente físicos y tecnológicos.
Así, las informaciones sobre el clima (temperatura, humedad del
aire, presión atmosférica, velocidad del viento, etc.) que
antiguamente eran captadas solamente por nuestros sentidos de la
vista, el oído y el tacto, son actualmente captadas con mayor
precisión por instrumentos de medición instalados en lugares
distantes o que se desplazan en la atmósfera. Lo que ocurre en
nuestro cuerpo (desde la presión de la sangre y la presencia de
microorganismos hasta el adn y los genes) es registrado por
instrumentos de alta precisión.
Es
impresionante el incremento acelerado de las informaciones
registradas, acumuladas y procesadas tecnológicamente. Prácticamente
todo lo que las personas hacen, dicen, fotografían, es registrado y
se acumula en enormes sistemas tecnológicos. La multiplicación de
los instrumentos que captan datos de todo tipo sobre todo lo que
ocurre en la tierra y el universo, a nivel de las micropartículas y
de los macrofenómenos cósmicos, de la meteorología, la genómica,
las finanzas y en todo campo que despierte el interés de las
personas, queda registrado, acumulado y procesado informáticamente.
El
principal tratamiento que se hace de esta gigantesca multitud de
datos, y que es parte de lo que entendemos como información, es
cuantitativo. La información suele organizarse en parámetros y
variables, que se relacionan unos con otros estableciendo las
proporciones y variaciones concomitantes y recíprocas.
Estos
procesos de procesamiento de la información que hasta hace no
demasiado tiempo eran realizados por la mente humana, son actualmente
ejecutados también por instrumentos tecnológicos. Así los datos
captados por los instrumentos que miden las variables atmosféricas
son transmitidos directamente a otros instrumentos, que los procesan
también tecnológicamente y emiten informes sobre las condiciones
del tiempo y sus cambios previsibles.
Vemos,
así, que la información puede obtenerse y organizarse sin
intervención activa de la mente humana, lo cual está alcanzando en
la actualidad un altísimo grado de perfeccionamiento mediante el
empleo de las computadoras y a través de la llamada ‘inteligencia
artificial’.
La
intelección comienza en la información, pero no se limita
a su captación y procesamiento cuantitativo. La intelección implica
la elaboración de conceptos e ideas, que son generados por el sujeto
cognoscente en base a procedimientos de abstracción, de inducción y
deducción, de análisis y síntesis, a partir de los datos obtenidos
en los procesos de información.
En
la intelección, las ideas y conceptos son relacionados unos con
otros, constituyendo hipótesis, teorías y ciencias que nos permiten
conocer las estructuras de la realidad, sus procesos y sus
racionalidades, que identifican y explican las relaciones que se dan
entre los datos e informaciones que nos han sido proporcionados por
los órgamos sensoriales y los instrumentos técnicos.
La
intelección es resultado de la actividad del intelecto humano
racional, y no existe fuera de la mente de las personas. El
conocimiento intelectivo puede ser expresado en palabras, figuras,
símbolos, ecuaciones, etc., y por medio de estos puede ser
comunicado de unas personas a otras, en procesos de enseñanza y de
aprendizaje.
A
nivel colectivo, esto es, como humanidad, no sabe duda de que el
conocimiento intelectivo está experimentando una enorme expansión,
que se aprecia especialmente en el avance de las ciencias físicas,
biológicas y humanas. Se observa cómo el conocimiento intelectivo
se ha ido especializando y diversificando crecientemente, en
disciplinas y sub-disciplicas cada vez más particulares.
Este
conocimiento intelectivo se comunica y acumula en libros y revistas
científicas de todo tipo, que quedan a disposición de los
interesados en formatos digitales a través de la internet. Pero
conocimientos intelectivos propiamente tales ocurren exclusivamente
en la mente de las personas individuales, mientras que aquél
conocimiento que se procesa y transmite en las revistas o en los
medios digitales, estando en ellos, podemos considerarlo para
nosotros, todavía como acumulación de información. El conocimiento
intelectivo sólo tiene sede en la mente individual de los sujetos
cognoscentes.
Cuando
los estudiantes, profesionales o personas en general, estudian una
materia correspondiente a una disciplina o ciencia, y entienden los
conceptos, hipótesis y teorías que aprenden, han accediendo a este
nivel del conocimiento que llamamos ‘intelección’. Eso que han
inteligido es lo que pueden después aplicar, comunicar y enseñar.
La
comprensión es un grado superior del conocimiento, que se
alcanza a través de intensos y profundos procesos de reflexión y
meditación que realizan las personas sobre las informaciones y los
conocimientos previamente adquiridos y elaborados. La comprensión se
obtiene cuando se capta el lugar de cada información y conocimiento,
y la relación que tienen ellos, en la totalidad compleja y plural de
la realidad de la que forman parte. Identificar lo que tienen en
común y comparten con otras realidades, y lo que las diferencia,
distingue y hace únicas, es entrar ya al nivel de la comprensión de
la realidad.
Pero
no es solamente eso. La comprensión de una cosa, de una persona, de
una situación o de un hecho, implica valorarlos en lo que significan
en función de los fines inherentes a esa cosa, persona, situación o
hecho; y apreciar la dirección en que se mueve y avanza o retrocede,
y su distancia y su aproximación a sus fines. La comprensión
incluye un juicio ético y estético, la apreciación de los
principios y los valores comprometidos en aquello que se ha conocido.
La
comprensión implica un proceso de expansión, transformación y
perfeccionamiento del intelecto y de la conciencia, y se torna
habitual y en cierto sentido espontáneo, en aquellas personas que
han alcanzado aquél nivel de desarrollo mental que ha sido llamado
‘sabiduría’.
Luis
Razeto
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